Tener la discapacidad de la sordera, vivir en un mundo sordo, te impide comunicarte bien con los oyentes, que se desempeñan en el suyo, sin importarles que otras personas no puedan escucharles, la mayoría de las veces por desconocimiento de esa realidad. La lengua de signos permite que estas personas se comuniquen entre ellas, a la vez, que nosotros lo hagamos con ellos. Cada vez es más común ver programas, sobre todo informativos, con un intérprete, que les hace llegar las noticias. No todos los sordos son iguales, pues existen diversos grados de discapacidad, y los avances médicos, están contribuyendo a solucionar los problemas que sufren estas personas en un mundo no suficientemente adaptado para ellas. La película, SORDA, escrita y dirigida por Eva Libertad, trata muchos de ellos, especialmente con los que se enfrenta una persona con discapacidad auditiva en la maternidad.
Ángela y Héctor son la pareja protagonista. Ella es sorda y él oyente. No tienen problemas porque se comunican mediante lengua de signos y haciéndose entender mediante la lectura de labios. Tienen amigos en común, muchos de ellos de la misma condición que Ángela. Tampoco le causa problemas su trabajo como alfarera. También, su padres, desde niña, se adaptaron a sus necesidades, aprendiendo su lengua. Todo cambiará cuando tenga que afrontar la maternidad. Las clases de preparación para el parto, y el mismo momento de tener a su hija, le van hacer sentir mal, por no poderse comunicar bien con las enfermeras y médicos. Para superar estas situaciones, estará Héctor, para poderse entender mediante signos, aunque no será suficiente, y en todos los momentos. Podría utilizar audífonos en los oídos, pero le causan fuertes distorsiones que no soporta.
Ángela y Héctor antes del parto consultaron si su hija sería oyente o sorda. Había posibilidades de tener discapacidad, pero la protagonista nació oyente, y luego se volvió sorda, y sus padres eran oyentes, pero con familiares de esa condición. La buena noticia fue que la niña era oyente, lo que causará un problema importante entre ellos. Héctor será quien poco a poco se ocupe de su hija, pues parece que se comunica mejor con la cría, lo que provoca que Ángela se sienta apartada de la crianza. Ese es el conflicto esencial, pues su mundo es sin sonido, como la directora nos muestra dramáticamente en las secuencias finales de la película, para que el espectador tome conciencia de lo que siente Ángela. Una situación conflictiva que se resolverá cuando observe que la niña, a la vez que aprende a hablar, le hace caso con el empleo de la lengua de signos, que también va adquiriendo poco a poco, valorando, así, su rol como madre.