MIEDO AL PASADO




En NO TENGAS MIEDO, el director Montxo Armendariz aborda el problema de los abusos sexuales en la infancia, a través del personaje de Silvia, durante tres etapas de su vida: cuando es niña de siete años, adolescente de catorce y joven de veinticinco. Como sucede en gran número de casos de este tipo, la persona que los comete, está próximo a la familia o es un miembro de ella. En este caso es el padre interpretado por el actor Lluís Homar.
El relato cinematográfico es sobrio, preciso, alusivo, más que explícito, sobretodo verbalizado según transcurre la película, que se centra más en el personaje individual de Silvia, su sufrimiento interior, que la propia acción exterior a la misma. Si ella va somatizando tales abusos según se hace mayor, manifestando sus problemas psicológicos causados por los mismos, nosotros los contemplamos desde su personaje. Ella es la  protagonista y determina la narración que llega al público: la soledad, el trastorno de comportamiento que arrastra, la incomprensión y ocultación de la propia madre, que supo todo desde el principio pero prefirió irse del hogar.
La narración se ve interrupida por la exposición de distintas víctimas de sus casos de abusos en una sesión de terapia en la que se sitúa a la propia protagonista y que el espectador descubre al final de la película, cuando ella ya es una joven que busca su independencia personal y afectiva, y se encuentra con un problema que le atemoriza abordar, le ha destrazado su personalidad y su vida, como un cristal roto en múltiples fragmentos que son difíiciles de recomponer.
Silvia consigue la estabilidad y el equilibrio personal superando el miedo que le causan los abusos del pasado, las circunstancias que le rodearon, la convivencia larga con el padre, la separación de la madre, al enfrentarse a ellos, al ponerlos al descubierto. Ella confiesa a su madre que su padre fue su primer amante. Solo de esa manera deja a atrás a la niña solitaria y atormentada de pelo largo rubio que transforma por otro más oscuro y cuidado de la joven segura con proyección de futuro, uno de los símbolos de la película, junto con la música, de la cual la protagonista es intérprete, como expresión del dramatismo interior de las imágenes.

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