CONTRALUCES SOBRE EL AMOR

Terrence Malick, escribe y dirige la película, TO THE WONDER, entendida como una reflexión acerca del amor entre el hombre y la mujer, que posee un componente material y espiritual, pero de inferior rango al amor divino, el enunciado por la Biblia, entendido como una entrega sin recompensa a los demás, como un sacrificio hacia otras personas que sufren. Para ello cuenta una sencilla historia de amor y desamor entre un norteamericano, Neil, y una mujer francesa, Marina, madre soltera de una niña. La película arranca en Francia, en la plenitud del romance entre ambos, en París, en el Monte St. Michel, en la costa normanda. Luego se traslada a una ciudad en el oeste americano, cercana a inmensas praderas que se pierden en el infinito. Él se dedica a controlar la contaminación de la industria en los suelos y ríos. Tras un periodo de convivencia, la madre y la hija deben volver a Europa tras caducarse el visado. Entretando aparece una nueva mujer, Jane, que busca pareja y es madre frustrada. Posee un rancho de ganado. Sin embargo, la relación acaba porque vuelve Marina, ya sin su hija, para quedarse. Contrae matrimonio con Neil, pero del amor se pasa al odio, al enfrentamiento entre ellos y la infidelidad. La película termina cuando ella vuelve al viejo continente.
Los protagonistas de la película son los personajes femeninos, Marina, interpretada por la actriz, Olga Kurylenko, y Jane, la actriz, Rachel McAdams, a pesar que el personaje conductor es Neil, interpretado por Ben Affleck, o el Padre Quintana, el actor, Javier Bardem. Son protagonistas destacadas porque en ellas reside la evolución del argumento y el objetivo continuado de la cámara, la miradas, la gestualidad del rostro, los movimientos del cuerpo, más que en el personaje masculino. La razón se encuentra en la manera que tiene el director de construir la película, a base de imágenes que llegan impresionistas a la mirada del espectador y que cambian continuamente, superando a la acción propia de los personajes o a los diálogos. Unas imágenes en las que se busca la belleza continuada de los atardeceres o del amanecer en la ciudad o en la naturaleza, en los reflejos sobre el agua, en los contraluces a través de las ventanas, de las copas de los árboles, de los rostros de los personajes o sus cuerpos, entre el pelo o la hierba crecida de las praderas. Entre los caballos salvajes o los bisontes que pacen tranquilos y contemplan a los dos amantes.
Luces y sombras en los interiores, la mayoría vacíos de las casas que habitan los protagonistas. Contraluces al atardecer en los paisajes históricos de París y Versalles, en el puente de las Artes o a la ribera del Sena. El director refleja el cambio de las estaciones del año, su distinta climatología, el sol, la lluvia, la nieve, el nacimiento de la vegetación, la caída de las hojas, la subida de la marea, la destrucción del paisaje, la urbanización sin control, las industrias o las energías contaminantes, porque da una importancia esencial a la Naturaleza, de la que se aprovecha, vive o forma parte el ser humano. La destrucción de la misma se puede comparar con el fracaso del matrimonio o del amor entre una pareja, su respeto, con la fertilidad, la procreación, la continuidad. Si el campo se renueva en primavera, así nuevos grupos de niños juegan constante en las calles de los suburbios.
Las dotes como filósofo del director, Terrence Malick, quedan demostradas con las ideas que transmiten estas imágenes sobre la Naturaleza y el Amor humano, pero también con aquellas que muestran el sufrimiento causado por el destino: la enfermedad, la pobreza o la privación de la libertad. Todas ellas encuentran consuelo o ejemplo frente a la desesperación, en el Amor Divino, en el sacrificio hacia los demás enunciado por la religión cristiana. El director transmite, de ahí su prestigio, estas ideas a través de una sinfonía de las más bellas imágenes, a las que dan atractivo y forma, el color, la luz, la apreciación de las texturas de los objetos, y el ritmo. El conjunto se completa con un fondo de música clásica y la voz en off principal. Queda, por tanto, en el espectador un completo mosaico de imágenes sobre la vida afectiva de dos seres humanos, cuyo simple devenir, se explica de manera portentosa por el transcurso natural y espiritual de la existencia.

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