LA SOLEDAD DE LOS NÚMEROS PRIMOS

Tres años después de su producción se estrena en España la película, LA SOLEDAD DE LOS NÚMEROS PRIMOS, realizada por el director italiano, Saverio Costanzo, basada en la famosa novela homónima de Paolo Giordano, que colabora en el guión. El argumento se desarrolla principalmente en tres épocas de la vida de dos jóvenes, Alice y Mattia, la niñez, la adolescencia, y la juventud, el comienzo de la madurez. Durante ese tiempo, se cuenta de manera entremezclada el drama personal de cada uno de ellos, el por qué son números primos, personas con dificultades de integración social que solamente se sienten felices con otro de su igual o parecida condición. 
El origen de sus respectivos problemas individuales viene de cuando eran niños. Alice tuvo un accidente esquiando y queda con un cuerpo marcado por una pronunciada cojera. Mattia dejó abandonada a su hermana gemela con discapacidad mental en un parque porque no quería que fuera con él a una fiesta de cumpleaños, causándole la muerte. Estas circunstancias van a provocar por el modo cómo les afecta, que se les considere personas diferentes, solitarias, no aceptadas por los demás. Los dos se encuentran en lucha contra sí mismos, contra su propio cuerpo, especialmente Mattia, que se hace cortes en demostración del sufrimiento que padece por sus recuerdos. El drama se descubre en la adolescencia. Alice tiene tendencia a la anorexia y es maltratada en el instituto donde se pone en evidencia su discapacidad física. Allí conoce a la persona con quien mejor se entiende, de la que se siente atraido, cuyo extraño comportamiento, compensado por su brillantez intelectual, será recordado, explicado al espectador. Al final, los dos seguirán caminos diferentes, en una bella metáfora, pero a pesar de los años acabarán juntos de nuevo determinados por el pasado que les provoca tanto dolor.
La época más lograda pertenece a las imágenes de la adolescencia. Los actores resultan muy creibles y las escenas rebosan autenticidad. La forma de la película puede incomodar al espectador por su fragmentación y mezcla de las distintos periodos. Igual que otras obras italianas, la banda sonora, bastante significativa, no encaja de manera adecuada por ser excesivamente llamativa. Es curioso, finalmente cómo el director respeta el ángulo de visión, el punto de vista subjetivo, a la altura de los ojos, según las edades de los protagonistas, que hace, por ejemplo, que cuando aparecen las escenas de la niñez, el espectador vea muchas veces de manera parcial, a los adultos.

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