TRAGEDIA EN PALESTINA

El conflicto entre Palestinos e Israelíes constituye una herida abierta sin solución a corto plazo que protagoniza numerosos sucesos a nivel internacional desde hace varias décadas. La película OMAR, dirigida y escrita por el realizador Hay Abu-Assad, que ganó un merecido Premio del Jurado en el Festival de Cannes, muestra hasta qué punto dicho conflicto cambia las vidas y los destinos a los personajes de uno y otro bando. Una guerra desigual entre dos pueblos por ocupar un territorio que dicen les pertenece. El estado hebreo ha sobrepasado las fronteras asignadas por la comunidad internacional y se ha fortificado frente a las reivindicaciones y las acciones terroristas de los palestinos.

El argumento gira entorno al joven Omar, un palestino que trabaja de panadero al otro lado del muro pero que le salta frecuentemente para visitar a los amigos y a su novia, Nadia, con la que piensa casarse. La tragedia se desencadena cuando colabora en el asesinato de un soldado israelí. La traición de uno de ellos con la policía hace que le detengan y le obliguen a colaborar a cambio de la libertad, marcándole como objetivo que entregue al culpable material de los hechos.


Sin embargo las circunstancias se complican, por un lado, por las resistencias a delatar a sus amigos de la infancia, por otro, porque está enamorado de Nadia, hermana del cabecilla del grupo, situación que aprovechará la policía hebrea para manipularle más facilmente y alcanzar sus pretensiones. El final inesperado para el espectador llegará cuando el protagonista descubra la verdad, que Amjad, el autor del asesinato del soldado denunció con engaños, tanto a Omar como a Tarek para salir indemne del problema, y ante el daño causado, la muerte de éste y la pérdida de Nadia, también confundida, casada con el traidor, decida vengarse. 



El espectador, por tanto, tiene ante sí, la mejor expresión de un enfrentamiento enquistado que afecta a los dos pueblos a todos los niveles. La violencia la ejercen sin compasión tanto unos como otros sin apenas respeto a los derechos humanos. La fidelidad o la traición política se une a la afectiva como parte y medio de combate para doblegar al enemigo.

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