SOLIDARIDAD OBRERA

La globalización económica impone una dura competencia entre las empresas del mismo país y de las más lejanas fronteras. Los trabajadores sufren en los salarios y en las condiciones laborales tal lucha desenfrenada del capitalismo. Sólo los más fuertes resisten la presión de los empresarios para abaratar los costes de producción. Una enfermedad, un contrato temporal que termina o una baja de maternidad son las oportunidades aprovechadas para ello. Este argumento nos lo cuentan los hermanos Dardenne, Jean-Pierre y Luc, que dirigen y escriben la película, DOS DÍAS, UNA NOCHE (Deux jours, une nuit). configurada como un recital interpretativo de la actiz y modelo francesa, Marion Cotillard.


Cuentan el sufrimiento de Sandra por mantener su puesto de trabajo ante las pretensiones del empresario de suprimirlo a cambio de una prima de 1000 euros al resto de los trabajadores de una pequeña empresa. Durante un fin de semana tratará de convencer a sus compañeros en una votación que renuncien a la prima, a pesar de que gran parte de ellos la necesitan para vivir. Tiene el apoyo del marido que ve peligrar la vivienda donde residen si no lo consigue. Sandra todavía no se ha recuperado del todo de la depresión y en el proceso de entrevistas intenta suicidarse.


Tras muchos esfuerzos logra convencer a un grupo que vote por ella, sin embargo, el resultado final queda empatado por lo que tiene que aceptar el despido. El empresario, al ver este ajustado resultado, le ofrece reincorporarse si espera a que termine el contrato temporal un compañero, que se había arriesgado a su no renovación si votaba en contra de la prima. Sandra, en justa reciprocidad, prefiere marcharse definitivamente en solidaridad con él. Por tanto, en la película queda reflejada la necesidad de unión entre los trabajadores para el mantenimiento de los derechos laborales cada vez más mermados por la exigencia de mayores beneficios por parte de los empresarios.

INTRIGA CRIMINAL EN EL SUR

Los nuevos directores del cine español cuando reciben los medios materiales y financieros para realizar sus proyectos cinematográficos alcanzan altas cotas de calidad. Este es el caso de Alberto Rodríguez que ha dirigido y escrito la película, LA ISLA MÍNIMA, un rotundo éxito en las carteleras. Combina un sólido guión con una extraordinaria puesta en escena que engancha al espectador de comienzo a fin. La acción se desarrolla en las marismas del Guadalquivir en 1980 cuando todavía no había terminado la Transición.


La película narra la investigación de dos policías de homicidios que llegan de Madrid para resolver la desaparición y asesinato de dos adolescentes. Son las fiestas de un pueblo aislado entre arrozales donde la población guarda silencio. Por aquellos años, la mayoría son jornaleros que viven en malas condiciones económicas dependiendo de los bajos salarios cuando se recoge la cosecha. Esto provoca tensiones reivindicativas y la mejor expectativa para los jóvenes es la emigración.


Los policías descubren que además de las dos adolescentes asesinadas, desaparecieron otras dos en los años precedentes. Encuentran que les persuadían con promesas de trabajo y regalos y habían tenido el mismo novio que les llevaba a la casa de un coto de caza donde fueron torturadas hasta perder la vida. Consiguen detener al asesino al final, un hombre que había estado trabajando fuera del pueblo con antecedentes por agresión sexual, y ahora era el guardián del coto.

La resolución del caso hace que llegue la recompensa, para uno la vuelta a trabajar en Madrid, tras ser apartado por oponerse a la dictadura, el segundo, el silencio tras la fama de torturador y asesino en la antigua brigada político-social. Así, la historia principal de la película, se encuentra enriquecida, lo que eleva el valor del guión, por otras que la completan, como estas diferencias de entender la profesión de los dos protagonistas, una democrática y otra autoritaria; los escasos medios con los que contaban; el contrabando y tráfico de drogas en la región, y la implicación de gentes con recursos en el abuso de las menores, aspectos que quedan en suspenso en la imaginación del espectador.

MUJER FATAL

La película MAGICAL GIRL, dirigida y escrita por Carlos Velmut ganó la Concha de oro a la Mejor Película y la de Plata al Mejor Director en el pasado Festival de San Sebastián. Una historia oscura sobre cuatro personajes cuyas vidas se entrelazan de forma circular para acabar marcadas por la violencia. Ésta comienza en el pasado de un profesor de matemáticas en la escuela con una alumna. Termina años después con el mismo ejerciendo la venganza contra un hombre, Luis, también profesor en paro, que chantajea a Bárbara por su infidelidad.


La historia la descubre el espectador según transcurre la película. Luis necesita dinero para satisfacer los caprichos de su hija de doce años enferma de leucemia, entre los que se encuentra el vestido de la serie japonesa Magical Girl Yukiko. En su búsqueda, topa por casualidad con Bárbara, una mujer con problemas mentales debido a su pasado, dedicado a la prostitución. Luis se aprovecha de la infidelidad con el marido psiquiatra que la trata para chantajearla. La acción se desencadena cuando tiene que volver a darse a diferentes perversiones para obtener el dinero de la que sale malparada.


Damián es el profesor retirado y expresidiario que no teme volver a delinquir por relacionarse con la protagonista, como una vez lo hizo y acabó recluido. El director, enfrenta por tanto, la inocencia de la niña enferma, con la mujer trastornada, que una vez lo fue y ahora se infringe dolor a sí misma, y permite que lo ejerzan sobre ella por su vulnerabilidad. La idea central debe ser descubierta por el espectador de forma paulatina, las motivaciones últimas de los personajes. Hasta un cierto momento, el ritmo de la película es demasiado lento y distante. Luego atrae más al espectador cuando se hace evidente la violencia subyacente en el comportamiento humano.

LA OBRA DE RICHARD HAMILTON

¿Qué es lo que hace...?, 1956
En estos días concluye la amplia retrospectiva que el Museo Centro de Arte Reina Sofía dedica al artista británico, RICHARD HAMILTON (1922-2011), uno de los más agudos observadores de imágenes procedentes de distintos ámbitos de la cultura contemporánea, desde el arte hasta los medios de comunicación o el mundo del consumo. La muestra se organiza en 14 zonas y 23 apartados que dan cuenta de las preocupaciones estéticas y conceptuales del artista, desde 1949, cuando estudiaba en Londres, hasta sus últimos trabajos a comienzos del siglo XXI.

Richard Hamilton
Aunque él siempre se declaró un artista figurativo, transcendió la pintura considerada como tal por el diálogo que estableció con la fotografía, el diseño, la arquitectura, la publicidad, el grabado o la imagen digital. De esta manera las inquietudes iniciales de Hamilton se centraron en el diseño de exposiciones. La primera de ellas, Growth and Form (Crecimiento y Forma), 1951, se muestra en las salas, donde unía lo científico y lo artístico. Por otra parte, fue uno de los creadores del arte pop, del acercamiento a la cultura popular, a través del empleo de imágenes provenientes de la publicidad y el diseño.

The Funhouse, 1956
Queda dicho y demostrado en la exposición que su enfoque sobre la cultura pop es sofisticado y objetivo, sobrio y al tiempo sensual, pero lejano de la ironía de Roy Lichtenstein o Andy Warhol. Entre 1957 y 1963 enumeró las características de este arte: popular (creado para un público masivo), transitorio (solución a corto plazo), prescindible (se olvida fácilmente), de bajo coste, producido de manera masiva, joven (dirigido a los jóvenes), ingenioso, sexy, efectista, glamuroso y un gran negocio.

Swingeing London 67
En esta perspectiva la exposición madrileña muestra su trabajo para This is Tomorrow, (Esto es mañana), donde ideó la instalación The Funhouse, formada por imágenes del cine de Hollywood, la ciencia ficción y la publicidad. Para el cartel y catálogo creó el histórico collage, Just What is it that makes today´s homes so different, so appealing? (¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas?). También los conjuntos, People (Gente), 1956-1969; Swingeing London, 1968-1969; o My Marilyn, en el que tras ver unos contactos fotográficos en los que la actriz tacha las fotos inadecuadas, él las trasladó a la pintura, para poner en evidencia la confusión entre la persona en sí y su representación orientada al consumo masivo.

Interiores I, 1964
Además, Richard Hamilton indagó en géneros como el retrato, en los conjuntos, Polaroids y Portraits/Self-portraits (Retratos/Autorretratos), la naturaleza muerta o el paisaje, en Productos y Shit and Flowers (Mierda y flores), apropiándose de imágenes existentes o creadas a propósito. Igualmente estableció vínculos tanto con artistas del pasado como contemporáneos, con Velázquez, por medio de Las Meninas, en Interiors I (Interiores I), 1964, en el que afirmaba que cada detalle del interior del cuadro, era un testimonio de la historia de España, como los suyos en relación al mundo actual.

Interiores II
Sin embargo fue Marcel Duchamp una referencia constante en su carrera, desde el principio hasta el fínal, estableciendo un diálogo profundo con su obra. De esta manera en 1966, organizó una exposición antológica del autor en la Tate de Londres en la que reconstruyó El gran vidrio, desde las notas dejadas por el autor en la Caja verde, que el estudió y tradujo al inglés. Por tanto, el completo recorrido sobre la obra de Richard Hamilton, a cuya preparación contibuyó el mismo, ha constituido una cita ineludible para comprender una de las aportaciones más significativas en el arte contemporáneo.

DRAMA SOCIAL EN LA CAPADOCIA

Los miembros del jurado del pasado Festival de Cannes presididos por la directora, Jane Campion, concedieron a la película, WINTER SLEEP (Sueño de invierno), la Palma de Oro, el máximo galardón. Es una obra extraordinaria por la calidad cinematográfica demostrada por el realizador turco, Nuri Bilge Ceylan, varias veces premiado en el prestigioso festival. Tras el visionado de la misma, llama la atención la larga duración, unas tres horas y cuarto, metraje en el que podían entras dos películas, pero que el espectador puede ver sin más problemas, si es atrapado por las diferentes cualidades que tiene.


El argumento se basa en lo que dicen los personajes y en la manera de hacerlo. El protagonista es un actor jubilado, Aydin, que dirige un hotel en Anatolia central, pero que se dedica a vivir de las rentas y escribir en un periódico local. Convive con su hermana, recién divorciada y con su joven mujer, Nihal, que se dedica a proyectos de ayuda para la mejora educativa en la región. La historia muestra las profundas discrepancias entre ellos al relacionarse con el entorno pobre y con la cultura tradicional islámica.


Aydin, protagonista absoluto de la película, pues aparece en la mayoría de las escenas, se ha convertido en un personaje distante de su entorno al que apenas conoce realmente. Posee una elevada cultura fraguada en el teatro y en los estudios universitarios, a la vez que presume con soberbia de su elevada conciencia moral. Lo único que le interesa es escribir para criticar las costumbres tradicionales de las que él es el máximo defensor en el sentido que forma parte de una élite adinerada. Por ello se enfrenta a su hermana, y sobre todo, a la mujer, de la que vive separado dentro del mismo hogar y con la que le separa su afán por resolver los problemas de la gente.


La película, cuyo argumento se inspira en tres cuentos de Chéjov, no tiene apenas acción, y el tiempo fílmico se sitúa en el comienzo del invierno, con la llegada de la nieve, que coincide con el desencadenante de los problemas, con la confrontación entre los personajes, que provoca un antes y un después, una auténtica catarsis. El entorno peculiar de la Capadocia con valles y montañas atractivas por la erosión, favorece el tono transcendental y literario con el que se reflexiona sobre la naturaleza humana, sobre la responsabilidad y culpabilidad de sus acciones. Una apuesta decidida por la libertad individual.