INTRIGA EN NUEVA YORK

National Board of Review concedió los premios a la Mejor Película, Mejor Actor y Mejor Actriz secundaria a la película EL AÑO MÁS VIOLENTO (A Most Violent Year), escrita y dirigida por J.C. Chandor. Unos galardones merecidos para una intriga sobre un empresario que distribuye combustible en la ciudad de Nueva York. Aspira al éxito empresarial y se propone desarrollar su pequeña empresa comprando un muelle enfrente de Manhattan. Para ello da de fianza un cuarenta por ciento de la compra y el resto en un plazo de treinta días. Es el periodo de tiempo en el que se transcurre la película y el momento en el que empieza a tener problemas.


Los problemas se relacionan con robos de combustible a los camiones y asaltos a los comerciales que visitan a los clientes. Por otra pare está investigado por la fiscalía por posibles malas prácticas en la contabilidad, cuando la empresa era del padre de su mujer. En el transfondo se encuentra las empresas de la competencia que ven reducido el mercado y compran el combustible robado. Estos problemas le hacen perder el apoyo del banco que le iba a financiar. Sin embargo al final, logra obtener el dinero con préstamos y de una cuenta que la mujer tenía en secreto.


El espectador se encuentra con una película sin mucha acción, centrada más bien en cómo viven los personajes los retos que se han propuesto conseguir. El protagonista, Abel Morales, (Oscar Isaac), evitando en todo momento la violencia y con gran sentido común. La mujer, Abba, (Jessica Chastain), aportando el lado más visceral, resulta un complemento imprescindible del marido. Las interpretaciones son contenidas, relacionadas con el ritmo pausado y la factura elegante de la producción. El director muestra un gran dominio del lenguaje cinematográfico que le emparenta con el cine clásico norteamericano. A veces recuerda en algunos momentos al Padrino de Francis Coppola.


La ambientación es un elemento imprescindible. La historia pertenece al pasado, al invierno de 1981, un periodo especialmente violento en la ciudad de los rascacielos. El director lo consigue con gran calidad, valorando la belleza de los encuadres y los planos generales, donde aparece el skyline al fondo desde Brooklyn. Las calles nevadas y el frío invierno, los tibios rayos del sol y las bajas temperaturas  proporcionan luces y colores apagados, dando un tono beis al conjunto de las escenas. De esta manera una historia sencilla, pero bien construida, se convierte en una magnífica película sobre la ética del ser humano para lograr sus metas.

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