VIOLENCIA EN EL CAÚCASO

Entre 1992 y 1993 el Caúcaso vivió la guerra de Abjasia, el enfrentamiento entre georgianos y la provincia separatista del mismo nombre. Un conflicto político, pero también religioso entre cristianos y musulmanes, representados por los chechenos, que se sumaron a la lucha. La película, MANDARINAS (Mandariinid), escrita y dirigida por el georgiano, Zaza Urushadze, retrata un conflicto irracional entre hermanos. Unos granjeros estonios que deciden permanecer recolectando mandarinas a pesar de la guerra civil, deciden cuidar a dos milicianos de diferente bando que han caído heridos frente a las casas donde viven.


El anciano Ivo, carpintero que fabrica cajas para recolectar y vender la fruta decide cuidar a los dos soldados heridos a pesar del odio mutuo. Según pasan los días logra recuperarles de las heridas. De la misma manera, suprimir la inquina entre ellos en favor de la humanidad y los buenos sentimientos. Se propone que dentro de la casa no haya violencia. Consigue que surga la amistad entre los tres. Una situación violenta a las puertas de la casa hace que prevalezca ésta sobre el enfrentamiento político que les distanciaba. Así, lo más importante queda en evidencia. La guerra sólo persigue la destrucción irracional entre los seres humanos.


El apoyo recíproco que se dan entre el anciano Ivo, Margus, y los jóvenes soldados, Ahmed y Niko, a pesar de las diferencias de religión o de nacionalidad, se produce en tanto que tienen una relación de respeto y aceptación, muy superior a las demás. Por tanto, se muestra lo erróneo de un conflicto, que lo único que produjo son las consecuencias trágicas de la violencia irracional, la muerte, la ausencia, la desolación y el olvido. La película exalta lo contrario, lo humano, que es más fuerte que la fe ciega.

LA PINTURA DE RAOUL DUFY

Plataforma marítima del Casino Marie-Christine, Sainte-Adresse, 1906
El Museo Thyssen de Madrid organiza una retrospectiva sobre el pintor francés Raoul Dufy (1877-1953), que reúne 93 obras entre óleos, dibujos, grabados, cerámicas, textiles y acuarelas. Pretende mostrar la originalidad de su estilo, tradicionalmente encuadrado dentro del Fauvismo, aunque fue solamente una parte dentro de la evolución y búsqueda constante de nuevas soluciones plásticas. La exposición también se centra en mostrar la parte más introspectiva y reflexiva de su obra, frente a la más conocida de carácter hedonista.

Retrato del artista, 1898
El visitante desde el inicio de la muestra hace un recorrido cronológico por la obra del pintor, organizadas en cuatro secciones: Del Impresionismo al Fauvismo; Periodo Constructivo; Decoraciones; y La luz de los colores. El artista se formó en la estela del Impresionismo en cuanto a motivo y técnica, que no tardó en dejar atrás en favor de una síntesis decorativa, alejada de la realidad. Se centra en un color brillante y arbitrario que capta imágenes de la playa Sainte-Adresse o las calles de El Havre en la fiesta del 14 de julio, creando un mundo de las cosas que no se ven.

El campo de trigo, 1929
Paul Cézanne murió en 1906 y las exposiciónes y homenajes que se le dedicaron influyeron de manera decisiva en Dufy, que ganó seguridad como pintor. El llamado Periodo Constructivo se extendió entre 1908 y 1915. La influencia del pintor de Aix se manifiesta en la geometrización de las formas, en un cromatismo restringido y en el empleo de la pincelada constructiva. Así la observamos en parte de la serie de pinturas realizadas en Martigues o los paisajes y árboles de L´Estaque, cerca de Marsella. Sin embargo, Dufy no continuó por esta línea y recuperó parte del cromatismo fauve, además de abrirse a otras tradiciones artísticas.

La gran bañista, 1914
Por estas fechas empezaría a experimentar con el grabado en madera, la xilografía que le propiciaría el encargo de ilustrar el Bestiario o Cortejo de Orfeo del poeta Guillaume Apollinaire (1910-1911). La experiencia en el grabado se prolongó con el diseño de tejidos. Desde 1924 se interesó también por la cerámica en colaboración con Josep Llorens Artigas. Una colaboración que llegaría hasta la Segunda Guerra Mundial. Decora jarrones y azulejos con formas de bañistas, animales y conchas.

Naturaleza muerta con violín. Homenaje a Bach, 1952
Dufy llega a la madurez artística en la década de los 20. Las anotaciones conservadas nos permiten entender las claves de su estilo. La primera de ellas se puede denominar el color-luz, una luminosidad abstracta que proporciona a los cuadros, basada en los propios colores y su relación entre sí. El propio color como generador de luz. La realidad resultante no es una reproducción literal de lo observado, sino una visión interiorizada de la misma. Los diversos motivos sólo adquieren independencia en función de su relación cromática con el tono dominante y las franjas de color sugieren espacialidad. También en sus obras de madurez predominan las vistas elevadas y la fusión de presente y pasado ideal.  

Sainte-Adresse, el cargero negro, 1951
Finalmente, su pintura se hace más intimista a partir de 1937 con el agravamiento de su enfermedad que le obligaba a estar dentro de su estudio. El color negro alcanza un mayor protagonismo en los cuadros tardíos, especialmente en dos obras, Sainte-Adresse, el cargero negro de 1951 y Corrida de toros, 1949. Un color explicado según su propia teoría como la máxima luminosidad. La luz abrasa el lienzo y ciega la visión del espectador. Por otro lado, un presentimiento de su muerte cercana.

HISTORIA EN LA FRANCIA OCUPADA

La película, SUITE FRANCESA (Suite française), dirigida por el británico, Saul Dibb, es una adaptación de la novela del mismo título de la escritora Irene Némirowsky. Una obra inconclusa formada por dos relatos cortos publicada con mucho éxito en 2004. La escritora era una novelista famosa en Francia con tan sólo 39 años. Vivía en París con sus dos hijas y su marido pero la invasión alemana le obligó a desplazarse a un pueblo de la Borgoña. Su ascendencia judía ucraniana le llevaría a la muerte en Auschwitz en 1942. El conjunto de la obra inconclusa tendría cinco partes relacionadas formando una historia épica de un país en guerra.

Irene Némirowsky
La muerte de la escritora mientras escribía a manos de aquellos sobre los que estaba escribiendo constituye un retrato de las relaciones de los franceses con los ocupantes alemanes en una población rural. El eje central de la película es una historia de amor entre una joven francesa, Lucille (Michelle Williams) cuyo marido está prisionero, y un oficial alemán, Bruno (Mathias Scoenaerts), que se aloja en la casa adinerada donde vive con su suegra. Al pueblecito a las afueras de París, Bussy, han llegado también un número elevado de refugiados huyendo de la capital y el alimento empieza a escasear.


Los jóvenes se encuentran en el frente o han sido prisioneros y predomina la población femenina. Bruno a diferencia de otros oficiales alemanes, es un refinado compositor, que por su afición musical logra atraer a Lucille, que toca el piano. La llegada de los ocupantes ha propiciado que los vecinos del pueblo se denuncien unos a otros. A causa de ello, Lucille averigua que su marido le había engañado, lo que estimula más su relación con Bruno, a pesar de la mala fama que le proporciona.


Las circunstancias de enfrentamiento que se viven en el pueblo con los ocupantes, terminan por decantar la inclinación de cada uno hacia su bando. Por un lado los abusos sobre la población y la represión de cualquier disidencia, por otro, la colaboración para la resistencia contra el ejército enemigo. El título de la película y de la obra literaria alude a la composición musical que está escribiendo el oficial alemán en casa de Lucille. Una composición que expresa el amor, los sentimientos surgidos entre un hombre y una mujer, hasta el punto que los protagonistas llegan a transgredir la lógica de la guerra, apostando por la libertad contra la violencia.

EN DEFENSA PROPIA

Etiopía ha experimentado la evolución entre una sociedad tradicional de carácter rural y otra urbana moderna, de regirse por la ley de la costumbre a configurar un estado de derecho con leyes escritas democráticas. Esto se ha visto especialmente en lo que se refiere a los derechos de la mujer. Si en el ámbito rural le otorgaba un papel inferior respecto al hombre, dependiente de la voluntad del padre y del futuro marido para casarse, una sociedad moderna con igualdad de derechos, respeta la libertad individual de la mujer en todo lo que concierne a formar una familia y tener hijos o no.


La película etiope, DIFRET, escrita y dirigida por Zeresenay Mehari, muestra tal evolución a partir del caso dramático de la niña de 14 años, Hirut Assefa, que fue raptada y violada en 1996 por el que pretendía ser su marido, siguiendo la tradición rural del telefa, el matrimonio por rapto, por el cual si un hombre se fijaba en una mujer para casarse y no consentía ésta o la familia, podía secuestrarla. Una ley de 1957 castigaba con tres años de cárcel este procedimiento, pero si se casaba, quedaba libre de cargos. Esta costumbre llevaba asociada la violación, y a raíz del caso Hirut, se incrementó las penas de cárcel, aunque en muchas situaciones no se presenta denuncia.


En el caso de Hirut Asefa, la protagonista logró huir después de ser raptada y violada. Cuando iba a ser otra vez retenida, mató de un tiro al agresor. En este momento empezó la lucha para lograr su absolución llevada a cabo por una asociación de mujeres que defendían sus derechos. Llevó su defensa la abogada, Meaza Ashenafi, otra de las protagonistas de la película, que llegó incluso a denunciar al ministro de justicia. El estado etiope hizo lo correcto. En vez de condenar a la joven por asesinato, la declaró inocente por actuar en legítima defensa. Se puso de parte de quien era verdaderamente la víctima. Una más del colectivo que es obligada a casarse a la fuerza antes de cumplir los 15 años.


La película muestra la necesidad de que las costumbres sociales se rigan por leyes democráticas que respeten la igualdad entre el hombre y la mujer. Los derechos y las libertades individuales. También presenta dos modelos de mujeres que están presentes en Etiopía, el representado por la mujer entregada al matrimonio, a veces forzado, sin estudios, y el de la abogada Meaza Ashenafi, una mujer independiente, preparada con estudios universitarios, que lucha contra la injusticia, y que decide con libertad.