CONTRA LA CENSURA EN IRÁN


El régimen de la revolución islámica en Irán es una dictadura. No respeta los derechos humanos y limita la libertad de expresión. Ejerce un control riguroso para que los principios morales derivados de la religión no sean vulnerados. El director de cine Jafar Panahi ha sido castigado a no realizar películas durante veinte años. Sin embargo, resulta incapaz de poner fin a esta actividad con la que ha sido laureado en los más importantes festivales. La película, TAXI-TEHERÁN es una clara demostración de ello. Un falso documental realizado en la clandestinidad por el que recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín.


El director conduce un taxi al que se van subiendo una serie de personajes: una profesora, un supuesto atracador, un comerciante de vídeos extranjeros prohibidos, dos mujeres ancianas, un amigo de la infancia que ha sido atracado, una abogada defensora de los derechos humanos y su pequeña sobrina, estudiante de cine que recoge del colegio. Un pretexto para criticar las cortapisas que viven los ciudadanos iraníes impuestas por el régimen teocrático, que no permite la más mínima disidencia. Los castigos son desmesurados: la posibilidad de ejercer una profesión o la pena de muerte. El director se vale de ellos para mostrar las consecuencias de la crisis económica que lleva a algunos al robo, como el que sufre el amigo del director, que no quiere denunciar a los ladrones porque necesitaban el dinero.


Muestra sobre todo las limitaciones que sufre el sector del cine en el que él es la principal víctima. Llegó a ser condenado a seis años de cárcel y hoy no puede ni dirigir ni escribir guiones así como viajar al extrajero y conceder entrevistas. Los estudiantes de cine, los jóvenes que se forman en la cultura audiovisual como su sobrina, no pueden ver las películas que se hacen en otros países. Cualquier actividad contraria a las normas impuestas, como tratar temas políticos y económicos, emplear el realismo sórdido, pueden ser consideradas como inmorales o como propaganda contra el Estado. El ejemplo es esta película que no se verá en Irán, indistribuible, y que no tiene títulos de crédito, sino el agradecimiento a aquellos que han contribuido a su realización clandestina.

PIERRE BONNARD EN MADRID

Autorretrato
Después de más de treinta años, no se ofrecía una gran retrospectiva del artista francés, PIERRE BONNARD, como la que exhibe la Fundación Mapfre de Madrid. Su estilo construido con machas de color fuerte y saturado centrado en escenas de la vida cotidiana y en paisajes atraen al espectador. Sin embargo, encubren una manera de hacer muy personal e inclasificable que trata cuestiones más profundas. Fue una figura que contribuyó al nacimiento del arte moderno, que se apartó de la representación fiel de la naturaleza al fundar con Vuillard, Roussel y Valloton en 1888 el grupo de los nabis, los profetas, que seguían las investigaciones de Gauguin.

El palco, 1908
Desde este momento comenzaría una trayectoria personal en el ámbito de la pintura, un camino propio en el momento en el que empezaban a surgir las primera vanguardias. La exposición madrileña aborda las distintas direcciones que recorrió el artista hasta su muerte en 1947. En general deseó expresar la experiencia del mundo con mayor libertad. Una visión llena de lirismo impregnado de melancolía a través de la luz y el color. Los temas de interiores con o sin personajes aluden a grandes cuestiones y experiencias vitales como la falta de comunicación, la soledad, la ternura o el erotismo, que muchas veces vivimos en nuestra intimidad.

El baño, 1925
Retrató a sus amigos, familiares y amantes, fundamentalmente a Marthe de Méligny, que llegó a ser su compañera sentimental, una mujer que sufrió durante su vida fobia social y crisis neuróticas, que se agravaron con el paso de los años. Este hecho les llevó a estar aislados y a cambiar de residencia, aunque donde pasaron más tiempo fue en las de Vernon, en Normandía, y Le Cannet, en la Costa Azul. Pierre Bonnard también representó exteriores. Desde escenas callejeras o espectáculos, hasta llegar a captar el paisaje imaginario. El artista no pintaba del natural, sino tomaba apuntes, dibujos o fotografías  para partir de lo que había visto y crear lo que quería transmitir.

La palma, 1926
En el paisaje, donde partía del análisis de la experiencia, logró proyectar su idea más personal sobre la pintura y sobre el mundo como lugar prototipo en completa armonía con el hombre. La interpretación lírica de la naturaleza se expresa con composiciones de luz y color desbordantes. El prestigio como pintor le llevó a recibir el encargo de pintar grandes murales por parte de amigos y conocidos. Al provenir de éstos, pudo desarrollar libremente su creatividad. Llegó a representar en estas obras la Arcadia, expresada en ese paisaje ideal y en seres humanos y mitológicos. Repleto de alegría y vitalidad, pero también de una cierta angustia existencial.

EL FOTÓGRAFO DE PRAGA

Bohemia (Kladno), 1966
La Fundación Mapfre de Madrid repasa toda la trayectoria de cinco décadas del fotógrafo checo, JOSEF KOUDELKA. Desde sus inicios a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta hasta la actualidad. De formación ingeniero aeronaútico acabó dedicándose al arte fotográfico, primero de forma experimental, hasta el desarrollo de sus grandes temas. Ha sido un artista marcado por los viajes continuos para captar las imágenes de los festivales populares y religiosos, así como el exilio político. Fue uno de los que en la famosa Primavera de Praga, acallada por los tanques soviéticos, sacó la cámara y captó extraordinarias imágenes que luego la prensa de todo el mundo reprodujo en sus publicaciones.

Ciudadano checo sobre un tanque, 1968

La represión política le hizo marchar al exilio hasta asentarse en Francia como un apátrida que condicionó de manera definitiva su forma de trabajar. Perteneció a la Agencia Magnum y tras la caída del comunismo regresó a Praga en 1990, donde ahora tiene una segunda residencia. La exposición se organiza según sus históricas series, Primeras obras y el Teatro, Gitanos, Invasión, Exilio y Panoramas. El formato panorámico lo adoptó a partir de 1980 para captar paisajes de todo el mundo transformados por la mano del hombre.

Francia, 1987

La maestría de Josef Koudelka se manifiesta en dos aspectos. Por un lado en la temática de personas marginales, itinerantes como él mismo. Por otro, en la expresión de un estilo visual en blanco y negro de fuertes contrastes. Sus composiciones destacan por situar un elemento, una persona en primer plano, para captar, en angular un amplio espacio de paisaje con un horizonte elevado. Es un procedimiento compositivo que repite en las distintas series, una forma que valora extraordinariamente, la profundidad de campo, y que amplia la visión del espectador, yendo de lo concreto, el protagonista, hacia el contexto material en el que se desenvuelve la imagen. Constituye así, una visión personal en la forma de abordar la imagen fotográfica.

LA PENITENCIA COMO CASTIGO

La sociedad tiene procedimientos para castigar la vulneración de las leyes en todos los ámbitos. Unas normas legales aprobadas por el parlamento. La Iglesia católica está sometida a ellas y también aplica métodos específicos cuando los sacerdotes actúan de manera impropia en el ejercicio de su cargo pastoral. Unos procedimientos caracterizados por el secretismo y sin informar a la opinión pública. La película, EL CLUB, dirigida por el chileno, Pablo Larraín, trata el tema de aquellos sacerdotes que no pueden seguir ejerciendo y están recluidos en casas de retiro. Este es el caso de los cuatro hombres que viven juntos en un pequeño pueblo costero protagonistas de la historia por la que recibió el merecido Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín.



Tienen que expirar los pecados cometidos en el pasado mediante la disciplina y la oración. La rutina, que incluye el adiestramiento de un galgo para las carreras, se rompe cuando viene un nuevo sacerdote con el problema que le persigue una antigua víctima de sus abusos, que le provocará la desesperación y el suicidio. Los que allí viven apartados tienen igualmente un pasado con problemas. Uno llegó a apuntar las confesiones de los militares que habían participado en la represión de la dictadura; otro daba a la adopción a madres de clase alta niños nacidos de chicas pobres; el tercero, había abusado de jóvenes; y el cuarto, ya muy anciano, no había registro de lo que había hecho.


La Iglesia ante el suicidio del sacerdote envía un representante con poder para que investigue las causas. Tiene que decidir si cierra la casa o permite que siga existiendo con mayor disciplina. El enviado tendrá que hacer revivir a los integrantes su pasado turbio para ver si son conscientes de sus culpas. Este proceso es el que explicita la película. También cuando tiene que poner fin al acoso que ejerce una víctima de los abusos contra ellos, hoy convertida en un vagabundo, que amenaza el retiro en el que se encuentran. Lo harán de una manera particular que le convertirá en objetivo de las iras de los vecinos. Sin embargo, por haber sufrido dos veces de las acciones de los miembros de la Iglesia, se va a convertir en la principal penitencia para expiar sus pecados. Convivir con él el resto de sus vidas.


La película resulta fascinante y brutal para el espectador, sobre todo cuando los protagonistas articulan los hechos por los que viven apartados a orillas del mar. Unos hechos que todavía no han sido del todo aceptados por ellos mismos, cuando es el silencio y la lejanía lo que les permite salir adelante. La Iglesia les castiga y les mantiene de esta forma. Sirve de complemento la textura de la imagen, oscura, cruda, de colores fríos, donde los rostros se muestran siempre en penumbra o en contraluz como el complemento adecuado a la penitencia.

TERROR AL DIABLO

La nueva película de Alejandro Amenábar se basa en una oleada de sucesos acaecidos en EEUU durante la década de los 80 causados por rituales satánicos, en los que se mezcló fenómenos reales e imaginarios creados por la mente humana. El autor cuenta los hechos provocados por Angela Gray tras la denuncia de que su padre había acometido abusos junto a un grupo de personas. Proviene de una familia humilde en la que su madre murió de accidente y su hermano vive indigente lejos de casa. La joven protagonista, interpretada por Emma Watson, nos remite a un pasado cercano, pero a su vez, evocan el tiempo de su niñez.

Para descubrir la verdad, se encarga del caso el detective, Bruce Kenner (Ethan Hawke) con ayuda de un prestigioso psicólogo, que somete a los protagonistas a unas sesiones de hipnosis para clarificar el pasado que se encuentra en la mente y no se puede recordar en condiciones normales. Esta búsqueda convierte a la película en una intriga psicológica mezclada con el tema policíaco y el terror que provoca la creencia en el diablo. Realidad y fantasía se unen en las imágenes. Las consecuencias son nefastas para la familia de la protagonista desde que se produce la denuncia. El padre es encarcelado y la abuela sufre un grave accidente tras ser acusada de prácticas satánicas. Un agente de policía es encarcelado por lo mismo y el propio encargado del caso sufre pesadillas terribles.


El psicólogo cree que los relatos de las regresiones practicadas son reales, hechos que habían quedado en el recuerdo de las víctimas. El reverendo que cuida de Angela cree lo mismo, en la influencia del Mal. Sin embargo no se encuentran pruebas, sino las malas consecuencias de tales falsas creencias. A esa consecuencia llega el protagonista que pone el foco del problema en aquella joven condicionada por un ambiente cerrado de religiosidad y pobreza.


El director se ha inspirado para el estilo narrativo en las películas de los años 70 por el empleo de un lenguaje cinematográfico contenido y sobrio. Una forma que huye de los grandes efectos especiales de la actualidad y proporciona mayor impacto, por real, en el espectador. Destaca, por otra parte, la intensa interpretación de los famosos actores, un duelo entre la inocente perversidad de la joven Angela y la profesionalidad cuestionada del policía, entre miedo, creencia y razón.