CONTRA LA CENSURA EN IRÁN


El régimen de la revolución islámica en Irán es una dictadura. No respeta los derechos humanos y limita la libertad de expresión. Ejerce un control riguroso para que los principios morales derivados de la religión no sean vulnerados. El director de cine Jafar Panahi ha sido castigado a no realizar películas durante veinte años. Sin embargo, resulta incapaz de poner fin a esta actividad con la que ha sido laureado en los más importantes festivales. La película, TAXI-TEHERÁN es una clara demostración de ello. Un falso documental realizado en la clandestinidad por el que recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín.


El director conduce un taxi al que se van subiendo una serie de personajes: una profesora, un supuesto atracador, un comerciante de vídeos extranjeros prohibidos, dos mujeres ancianas, un amigo de la infancia que ha sido atracado, una abogada defensora de los derechos humanos y su pequeña sobrina, estudiante de cine que recoge del colegio. Un pretexto para criticar las cortapisas que viven los ciudadanos iraníes impuestas por el régimen teocrático, que no permite la más mínima disidencia. Los castigos son desmesurados: la posibilidad de ejercer una profesión o la pena de muerte. El director se vale de ellos para mostrar las consecuencias de la crisis económica que lleva a algunos al robo, como el que sufre el amigo del director, que no quiere denunciar a los ladrones porque necesitaban el dinero.


Muestra sobre todo las limitaciones que sufre el sector del cine en el que él es la principal víctima. Llegó a ser condenado a seis años de cárcel y hoy no puede ni dirigir ni escribir guiones así como viajar al extrajero y conceder entrevistas. Los estudiantes de cine, los jóvenes que se forman en la cultura audiovisual como su sobrina, no pueden ver las películas que se hacen en otros países. Cualquier actividad contraria a las normas impuestas, como tratar temas políticos y económicos, emplear el realismo sórdido, pueden ser consideradas como inmorales o como propaganda contra el Estado. El ejemplo es esta película que no se verá en Irán, indistribuible, y que no tiene títulos de crédito, sino el agradecimiento a aquellos que han contribuido a su realización clandestina.

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