EL ABOGADO DE LA GUERRA FRÍA

Desde la Segunda Guerra Mundial se produjo la llamada Guerra Fría. El enfrentamiento indirecto, por así decirlo, entre el mundo occidental y el bloque soviético, un escenario bipolar, liderado por las dos grandes potencias de aquel periodo, los EEUU y la URSS. Era la lucha entre el sistema capitalista y el comunista a cuyo servicio se encontraban unos enormes arsenales de armas atómicas que pudieron destruir el planeta varias veces. La guerra efectiva entre ellas nunca se llevó a cabo, sino a través de sus aliados en distintos escenarios del mundo. Muy importante fue también la actividad de los servicios de inteligencia, de los espías.


Steven Spielberg ha dirigido la película, EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (Bridge of Spies) con un guión basado en hechos reales escrito por los hermanos Coen. James Donovan (Tom Hanks), un prestigioso abogado de Brooklyn, se va a convertir en el mediador entre EEUU y la URSS, al defender por encargo a un espía soviético. En un primer momento consigue que le cambien la condena de pena de muerte, en parte favorecida por la presión de los medios de comunicación, por la de treinta años de reclusión, para proponer que el reo sea considerado un elemento para negociar en caso de apresamiento por los soviéticos de un ciudadano norteamericano.



El sistema judicial norteamericano procede de los derechos y libertades de la constitución, que en épocas de enfrentamiento se trata de minimizar, a lo que James Donovan se oponía, que estaba en lo cierto cuando los soviéticos apresaron a un piloto de un avión espía que volaba sobre el territorio enemigo. La CIA, entonces, le propone, que actúe como negociador para el intercambio de uno por otro. El problema se incrementa cuando, por la época se levanta el muro de Berlín, y un estudiante de economía es atrapado por la policía de la RDA. Su objetivo será ahora un cambio de un espía ruso por dos norteamericanos.


Donovan cumplirá con éxito su misión pacífica, hasta el punto que se convertirá en el negociador oficial que liberará a miles de personas atrapadas tras el telón de acero. La película muestra a la vez las cualidades superiores del sistema occidental frente al soviético. El de la libertades individuales y económicas frente a la ausencia de derechos y al control por parte del estado. La narración atrapa al espectador desde el principio. La puesta en escena sumerge al mismo en el Nueva York y el Berlín de finales de los años 50 y comienzos de los 60. 


Steven Spielberg logra, de nuevo, conseguir unas bellas imágenes a la vez que cuenta una historia. Entre ellas las de la nieve helada del puente de los espías y las de las calles de la capital alemana que se enfrentan a las soleadas avenidas de las ciudades americanas. El color, y sobre todo, la luz juega un papel esencial en la narración y en la significación de dos mundos enfrentados.

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