PHOTOESPAÑA 2015


Entre el 3 de junio y el 30 de agosto se celebra, un año más, EL XVIII Festival internacional de fotografía y artes visuales, PHOTOESPAÑA2015. NOS VEMOS ACÁ, dedicado a la Fotografía Latinoamericana. Constituye una cita colectiva en la que participan más de setenta instituciones y empresas y que pone en marcha cien exposiciones. En Madrid se desarrollan la mayoría de ellas, dieciocho sedes en la sección oficial, y hasta setenta entre las invitadas, y el llamado Festival Off, formado por galerías de arte. La sección oficial se forma de otras exposiciones en diferentes ciudades de la Comunidad, como en Alcalá de Henares, Alcobendas, Getafe, Móstoles, y fuera de ella, como en Zaragoza y Cuenca.

Julio Zadik, Sin título, París
El festival tiene otras sedes invitadas fuera de España, en París, Londres, Lisboa, Bogotá y Sao Paulo, que configuran un acontecimiento más allá del evento cultural localizado sólo en la capital de España. En esto dieciocho años a la par de su extensión geográfica como de calendario, ha ganado en calidad y prestigio internacional. No todo son exposiciones, sino también actividades como la escuela de fotografía, el foro de nuevos talentos en Iberoamérica y la cita con la edición en Barcelona, entre las más importantes. Ha llegado el momento que sobrepasa la capacidad de conocer y participar en toda su extensión en el mismo. De esta manera, queda abierto a la participación selectiva en el mismo.

Korda, Nidia Ríos, ca. 1956

En la ciudad de Madrid, a la oferta de PhotoEspaña, se une la propia que tiene la ciudad, lo que permite disfrutar de la fotografía en cantidad y calidad. En lo que respecta al festival de este año, si consideramos sólo las dieciocho sedes de la sección oficial, podemos observan estas dos características. Desde el fotoperiodismo hasta la fotografía social y artística, desde los ejemplos más antiguos hasta la de comienzos del siglo XXI, grandes maestros, como autores actuales consolidados, o futuras promesas. En el primer capítulo destacaría las muestras de Lola Álvarez Bravo en el Círculo de Bellas Artes o la de Tina Modotti en la tienda de Loewe Serrano.

Ana Casas Broda, Leche II, 2010
En este capítulo, igualmente destacaría, las exposiciónes de Korda. Retrato femenino, en el Museo Cerralbo,  la de Enrique Meneses. La vida de un reportero, en la Sala Canal de Isabel II, y la de Julio Zadik. Un legado de luz en el Real Jardín Botánico-CSIC. Si nos fijamos en la fotografía de los maestros activos en la actualidad, destacaría las muestras de Ana Casas Broda. Kinderwunsch, del Círculo de Bellas Artes,  la de Chema Madoz, 2007-2014. Las reglas del juego, en la Sala Alcalá 31, y la de Luis González Palma. Constelaciones de lo intangible en el Espacio Fundación Telefónica.

Karina Juarez, Hormiguero, 2012
La exposición de la Casa de América, Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos. Colectiva, y las del Centrocentro Cibeles, Develar y detonar. Fotografía en México, ca.2015. Colectiva; y Latín Fire. Otras fotografías de un continente. 1958-2010, nos permite conocer la obra y la difusión de los distintos proyectos desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Finalmente, dos exposiciones tienen como contenido principal, la arquitectura, como la muestra de la Biblioteca Nacional, Mirar la arquitectura. Fotografía monumental en el siglo XIX, y la del Museo ICO, Construyendo mundo: Fotografía y arquitectura en la era moderna. Colectiva.

SOBRE EL GENOCIDIO ARMENIO

El pueblo armenio sufrió un auténtico genocidio por los turcos durante la Primera Guerra Mundial. Se inició en abril de 1915 y supuso la muerte de alrededor de tres millones de personas. En la actualidad todavía el gobierno turco niega tal calificativo a la tragedía vivida por los armenios. La película EL PADRE (The Cut), dirigida por el realizador alemán de origen turco, Fatih Akin, contribuye a que tales hechos salgan a la luz y la opinión pública los conozca. Para ello contruye una historia escrita por él en colaboración con el famoso guionista, Mardik Martin.


Una historia que arraca en 1915 en la aldea turca de Mardin, cuando el joven herrero, Nazaret (Tahar Rahim), que está casado y tiene dos hijas gemelas, se ve obligado a separarse de ellas para trabajar a la fuerza en la construcción de carreteras en el desierto. En plena guerra mundial, logra sobrevivir tras perder el habla a la matanza del gobierno turco contra los cristianos armenios. En ese momento iniciará una trágica huída de un lugar a otro hasta que en Alepo se entera de que sus hijas pueden estar con vida. En el Líbano descubre que estuvieron en un orfanato y que al cumplir los dieciseis años se fueron a Cuba con dos comerciantes armenios con la promesa del matrimonio.


Tras pagarse el pasaje como marinero, llega a la isla caribeña, en la que le informan que no terminaron por casarse y que partieron a los EEUU, a Minneapolis para trabajar en una fábrica. Allí llega Nazaret viajando como un inmigrante ilegal y sufrir los más diversos acontecimientos. Sin embargo, no las encuentra por lo que tiene que emplearse en el ferrocarril, viviendo duras condiciones, hasta que en las heladas praderas de Dakota del Norte, en un pueblo apartado, encuentra a una de ellas con vida. 


Finaliza, así un recorrido de casi diez años, una odisea, en la que el protagonista conoce gentes muy diferentes, unas muy crueles y otras de gran humanidad, donde no pierde nunca la esperanza de reunirse con su familia. Un viaje entendido como una tragedia contemporánea que permite revisar el  hecho histórico del genocidio armenio y reflexionar sobre la condición humana. El conjunto forma una gran producción cinematográfica, donde se combinan los más variados escenarios y paisajes, bien caracterizados por el cuidado de la luz y el color, con la atractiva interpretación de los actores.

DESIGUALDAD SOCIAL EN BRASIL

En las sociedades modernas criar un hijo en una labor compartida entre el padre y la madre. En las tradicionales, la madre desempeña el papel más relevante. Si pertenecía a un estatus social elevado este trabajo se le encargaba a la niñera. Pudiera darse la paradoja que ésta tuviera que dejar a sus propios hijos al cuidado de otros, mientras se encargaba del de los señores. Esto le sucede a la protagonista de la película, UNA SEGUNDA MADRE (Que horas ela volta?), escrita y dirigida por la directora brasileña, Anna Mulyaert, que ganó los merecidos premios del Público en el Festival de Berlín y del Jurado en el de Sundance.


Val (Regina Casé) en una criada interna que sirve a un matrimonio rico de Sao Paulo. De origen humilde, tiene una hija a la que no ve desde hace diez años, que vive con su exmarido de la que está separada. Le manda parte del dinero que gana para financiar sus estudios. Se ocupa de la casa y el cuidado de Fabinho, el hijo de sus señores,, ahora adolescente, que le tiene como una segunda madre. Pero un día, Jéssica, su hija decide ir a Sao Paulo para presentarse a la selectividad. Val pide permiso a éstos para que le permitan alojarse en la casa mientras encuentra un lugar donde estar. A partir de ese momento le cambiará la vida a la protagonista.


Este cambio se produce porque la hija, muy bien preparada y con ganas de estudiar arquitectura, a pesar de la dificultad de entrar en la universidad, no acepta el servilismo y el clasismo que padece la madre. Es muy bien aceptada por el señor de la casa, Carlos, un rico heredero que fue pintor, y por el hijo, de su misma edad, que le permiten moverse con libertad y le alojan en el cuarto de invitados. Sin embargo, la dueña, Bárbara, será la que le rechace por sobrepasar los límites propios de la hija de la asistenta, como bañarse en la piscina y por comer ciertos alimentos destinados a ellos.


De esta manera tiene que marcharse y estudiar la selectividad en un piso alquilado al no aceptar que le traten como una persona de segunda clase, de inferior nivel y con menos derechos. Se queja igualmente que su madre no ha hecho nada por defenderle, pero ésta tomará una decisión que le hará cambiar de opinión cuando se entera que tiene un hijo. Val abandonará, entonces, el trabajo de empleada doméstica para ayudar a su hija, mientras estudia y cuidar al nieto como una auténtica segunda madre. Así, volverá a recomponerse el afecto primigenio, la relación básica que no debió romperse, en este caso, entre madre e hija, y que es fundamental que continúe en generaciones sucesivas.

LA REPRESIÓN ESTALINISTA

La película EL NIÑO 44 (Child 44), dirigida por el realizador sueco, Daniel Espinosa, crea un retrato de lo que fue el régimen totalitario de Stalin, donde no se permitía ninguna disidencia y cualquier postura en contra. La vida de los ciudadanos estaba controlada por el Estado soviético hasta el más mínimo detalle. El argumento de la película se basa en una novela de Tom Rob Smith ambientada en los años cincuenta, pero que recuerda hechos de los años treinta, la hambruna a que se sometió el pueblo ucraniano y el asalto del Parlamento alemán en la conquista de Berlín por las tropas soviéticas en la Segunda Guerra Mundial. 


Estas alusiones aparecen porque el protagonista, Leo Demidov (Tom Hardy), participó en ellos, siendo un niño ucraniano que se escapa del orfanato y como soldado soviético que coloca la bandera roja en lo más alto del Reichstag. Así, se va a convertir en un héroe de guerra, y a partir de ese momento va a formar parte de los servicios de inteligencia para reprimir cualquier disidencia y espionaje. Sin embargo, caerá en desgracia al negarse a denunciar a su mujer Raisa (Naomi Rapace), por rivalidades con otro agente, un auténtico monstruo de la tortura llamado Vasili.


Tanto Leo como Raisa, uno como agente y otra como maestra, son degradados y deportados lejos de Moscú. En la historia de la película hay otro argumento esencial que motiva la acción y prolonga, tal vez en exceso, la duración de la misma, ya de por sí larga, más de dos horas, que es la investigación que lleva Leo sobre un asesino en serie de niños. Una actividad prohibida por el régimen que no concebía que existiesen crímenes de este tipo al mostrarse al mundo como un paraíso dirigido por la personalidad del líder. 


De esta manera, los protagonistas tendrán que luchar para averiguar quién es el asesino contra el régimen, que desata una feroz represión contra ellos y contra el propio delincuente. El resultado es una película desigual e irregular desde el punto de vista narrativo. En una partes es bastante detallada, en otras hay una aceleración de la acción que puede provocar que el espectador pierda el hilo, causado por un montaje que ha suprimido planos y escenas en exceso para reducir la duración total. Hubiera sido más adecuada una mayor labor de síntesis global suprimiendo lo innecesario al relato.

LA FOTOGRAFÍA DE PAUL STRAND

Wall Street, 1915
La Fundación Mapfre organiza una exposición retrospectiva sobre el fotógrafo Paul Strand que reúne más de doscientas obras procedentes de importantes museos y colecciones, entre los que destaca la del Philadelphia Museum of Art. También de la propia fundación que custodia uno de los mejores conjuntos  europeos de obras del autor. La muestra se organiza de manera cronológica a través de seis décadas que abarcó la carrera del fotógrafo, entre 1910 y 1960. Uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX. El recorrido se articula en tres grandes secciones: Del pictorialismo a la modernidad; Del círculo de Stieglitz al retrato de la comunidad; y Semblanzas de la historia y la modernidad.

Mujer ciega, Nueva York, 1916
Paul Strand nació en Nueva York en 1890 y fue alumno de Lewis Hine en la Ethical Culture School. También fue decisivo en su carrera la amistad que entabló con Alfred Stieglitz, director de la galería 291, pionera en la introducción del arte moderno en EEUU. Estas dos formaciones serán esenciales para configurar su estilo propio. De tal manera que evolucionó del pictorialismo a una manera objetiva de captar la realidad e incluso a la abstracción. Esta evolución muestra el paso a la consideración de la fotografía como un arte específica.

Valla Blanca, 1916
Al autor le interesó siempre el primer plano de la naturaleza, rocas, plantas, y de las propias personas, gentes de su entorno, sus esposas y conocidos, o anónimas. Son retratos francos y directos, muchas veces conseguidos sin que el retratado se diese cuenta. Primero los obtuvo de las clases más desfavorecidas en Manhattan, luego de personas anónimas en los diferentes lugares de EEUU o del mundo donde estuvo, porque Paul Strand fue un fotógrafo viajero. A partir de 1950, el clima político anticomunista, le obligó a intalarse para no volver nunca en Francia, en Orgeval, un pueblo próximo a París, donde viviría hasta su muerte en 1976.

Young Boy, Charente, Francia, 1951
En Paul Strand se unen, por tanto, las inquietudes sociales y las estéticas, en lo referido a la consideración de la fotografía como un arte, no en el sentido del fotoperiodismo. Crea así el concepto de retrato de la comunidad, la captación en imágenes del paisaje, los objetos y las gentes de un lugar. De igual manera, fue un pionero en emplear como vehículo de conocimiento de su trabajo el fotolibro, empleado a partir de la década de 1940. Las imágenes junto a un texto de un escritor. En la exposición se destacan tres de estos proyectos, los dedicados a Nueva Inglaterra (1950), Luzzara (1953) y Ghana(1963).

La Familia (Los Lusetti), Luzzara, 1953
Además de la fotografía, Strand se inclinó por las posibilidades narrativas y la audiencia que atraía el cine. Su primer film, Manhatta (1921), describía un día en la ciudad de Nueva York. Está considerado como la primera película vanguardista norteamericana por el tratamiento de las imágenes en forma documental. En la propia exposición se puede ver completa, además de Redes(1936) y Native Land (1942).