EL ÁRBOL MILENARIO


El desarrollo económico sin limite ha llegado a su fin. Implica la destrucción del medioambiente al utilizar sin control los recursos proporcionados por la naturaleza para satisfacer las necesidades energéticas de la población. El fenómeno del cambio climático es la manifestación más importante de la agresión radical que el ser humano ejerce sobre la Tierra. Ya no existe ninguna excusa para frenar esa explotación irracional, porque los beneficios económicos, incluso para una minoría de población, son de muy corto alcance en el tiempo. Se hace necesario un crecimiento sostenible.


En la actualidad muchas empresas han apostado por este desarrollo impulsando las energías renovables, sin embargo, en otras su apuesta simplemente es una estrategia de marketing. El compromiso por la defensa del medio ambiente y el crecimiento sostenible implica también a cualquier ser humano en su relación con la actividad económica. La película EL OLIVO, dirigida por la española, Icíar Bollaín nos cuenta el valor de un olivo milenario, tal vez plantado por los romanos, en un pueblo interior de Castellón. Un valor transmitido de generación a generación a una familia campesina para obtener aceite para sobrevivir. Con él se transmitieron las técnicas ancestrales del cultivo y explotación, y el concepto más sencillo de relación sostenible con el entorno natural.


El árbol milenario fue vendido en los años de especulación urbanística para montar un negocio de hostelería. Se conoce el alto valor de estos árboles para dar un carácter ornamental en los lugares más dispares del mundo. Para los protagonistas, el dinero obtenido se perdió al fracasar el negocio y tener que volver a la explotación agrícola. Ahora, Alma observa como su abuelo está enfermo, sin memoria y ni habla. Recuerda los años cuando era una niña y jugaba con él en los recovecos del viejo tronco. Su afecto le lleva a investigar y localizar el paradero del viejo olivo familiar para intentar recuperarle el ánimo y la salud. 


Convence a su tío y a un joven del pueblo de ir a Düsseldorff con un camión para traerle de nuevo con la mentira que los alemanes lo devuelven sin problemas. Sin embargo el olivo milenario preside el vestíbulo de una empresa energética que a la vez utiliza su imagen como emblema ecológico. A través de las redes sociales y de sus amigas, entra en contacto en Alemania con organizaciones defensoras del medioambiente que organizan una manifestación frente a la empresa. Sin embargo, no consiguen sus objetivos, unicamente una rama para ser ingertada en la tierra de origen que le vio nacer.

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