UN RETRATO DE EMILY DICKINSON


El director Terence Davies realiza un retrato espiritual de la famosa poetisa norteamericana, Emily Dickinson en la película, HISTORIA DE UNA PASIÓN (A Quiet Passion). También una recreación precisa de la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX, en concreto, la de Amherst, Massachusetts, donde vivió junto a su familia. Nacida en un ambiente acomodado y con una severa educación, se iría apartando del mundo para recluirse en su casa, e incluso en una habitación para dedicarse a lo que únicamente le motivaba para vivir, la poesía, de la que solamente publicaría siete poemas, a pesar que escribió cerca de dos mil.


En los últimos años de su vida las únicas personas con las que tenía contacto fueron su hermano Austin y su hermana Vinnie, quien sería la que a partir de 1886, cuando murió, se encargaría de publicar los poemas que le darían un puesto en la historia de la literatura. Unos poemas escritos en los más variados papeles que daban rienda suelta a su forma particular de expresar sus sentimientos apasionados, estimulados por la soledad y la desesperación. Los testigos de aquella época la vieron como una excéntrica que siempre vestía de blanco y que hablaba a las visitas a través de las puertas. Se apartaba de la sociedad que destinaba a la mujer al matrimonio, a las tareas de la casa, frente al trabajo intelectual que los hombres podían desarrollar.


Ella renuncia conscientemente a la experiencia amorosa en favor de la independencia, prefiere ser dueña de su propio cuerpo y de su alma, incluso frente a la religión. De esta manera, a través de la escritura poética poder manifestar todos sus pensamientos. Desde joven empezó a escribir por las noches cuando el hogar estaba en silencio. Luego lo siguió haciendo el resto de su vida hasta llegar a apartarse del mundo por esta actividad. Por otra parte conoció la enfermedad y la muerte de sus padres, que le influirían para destacar estos temas como relevantes en su poesía. Ella misma, como nos muestra la película, sufrió una dolorosa enfermedad que acabaría con su existencia a los 55 años.


La soledad, la desesperación, el paso del tiempo, la muerte y la enfermedad que tratan sus versos, acompañados por las imágenes de cuidada luz y textura, provocan en los oídos y los ojos del espectador una sensación de tristeza. Sin embargo a la vez una percepción precisa de la belleza artística que expresan la literatura y el arte cinematográfico. Parece como si el ritmo de la narración y lo que se cuenta en la película constituyeran, no sólo una forma de mostrar visualmente la vida de la poetisa y sus versos, sino también, crear, a partir de ellos, poesía misma.

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