POESÍA DE LA VIDA COTIDIANA


Han existido escritores que si hubiera sido por ellos su obra no la hubieramos podido conocer. Llevaron esa actividad en privado, y sólo los amigos o familiares sabían que escribían. Otros fallecieron de forma repentina o por enfermedad grave y parte de sus escritos quedaron sin publicar. Hoy conocemos poemas o novelas que habían sido destinadas a la destrucción o no les daban suficiente importancia sus autores. El director Jim Jarmusch en su última película, PATERSON,  nos cuenta la vida rutinaria de un aficionado a la poesía que escribe versos referidos a su entorno. Este es la ciudad del mismo nombre en New Jersey, cuna de otros poetas como Allen Ginsberg o William Carlos William, doctor de profesión.


La película se estructura en siete días de la semana, de lunes a lunes. Cuenta la rutina diaria de Paterson, que así se llama también el protagonista, y de su joven esposa. Se levanta hacia las seis y cuarto de la mañana, desayuna y se dirige al trabajo andando. Conduce autobuses durante todo el día hasta que vuelve al atardecer a casa. Descansa un rato y habla con su mujer, que se dedica a todo tipo de actividades para ocupar el tiempo. Está obsesionada con pintar telas, vestidos y objetos con un diseño geométrico en blanco y negro. Paterson escribe poesía antes de empezar a trabajar o al final del día cuando ha sacado a su perro a dar un paseo y a tomarse una cerveza en el bar.


En su vida rutinaria no hay nada de llamativo sino las anécdotas de sus amigos en el bar, los deseos y aspiraciones de su mujer, que se compra una guitarra o va a hacer pasteles para ganar dinero, las conversaciones de los pasajeros en el autobus, y su propia poesía que escribe en un cuaderno de notas. Su mujer se siente orgulloso de eso y quiere que las publique. Sin embargo, todo parece acabar cuando el perro uno de los días destroza, y se come en parte, dicho cuaderno. La tristeza bloquea entonces a Paterson hasta que un desconocido poeta japonés, que había llegado para conocer la ciudad, el domingo le regala otro en blanco, lo que le hacer volver a su querida y admirada afición.


Jim Jarmusch pretende hacer una bella y armónica película de la rutina diaria de unos personajes anónimos en una pequeña ciudad. En los siete días que abarca no hay conflictos dramáticos importantes. Es un contrapunto a las grandes producciones de Hollywood como Star Wars. Exalta los pequeños detalles que nosotros habitualmente dejamos pasar en la vida cotidiana, que el director los carga de poesía, de lirismo y belleza, tanto a darle protagonismo a través del personaje principal, como por el empleo preciso de las imágenes y el tiempo pausado de la narración.

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