REFUGIADO EN FINLANDIA


En la Europa envejecida suenan tristes melodías del pasado, mientras en el Próximo Oriente se produce un conflicto tras otro.  Miles de refugiados llegan desde Siria cada año para encontrar una vida mejor. En su largo y difícil viaje buscan las mejores condiciones de asilo para lo que tienen que traspasar fronteras hostiles. El Viejo Continente no les recibe con los brazos abiertos. Muy pocos países por miedo e inhumanidad les aceptan. Muchos de ellos han perdido su familia en los lugares de origen o en el duro camino hacia la libertad. Este problema nos lo cuenta de manera original la película, EL OTRO LADO DE LA ESPERANZA, escrita y dirigida por Aki Kaurismaki, por la que recibió el Oso de Plata al Mejor Director del Festival de Berlín.


La película muestra al principio dos historias que se unirán. Un viajante pone fin a su matrimonio y a su antigua actividad profesional. Un refugiado sirio llega al puerto de Helsinki para pedir asilo desde Polonia. Ha perdido a su hermana en los numerosos pasos de fronteras y de países. En Finlandia le acogen bien y estudian su caso. Vive en un centro de refugiados hasta que se decida su destino. Sin embargo, el asilo es rechazado de manera injusta, y cuando iba a ser deportado, logra huir. El otro protagonista, el antiguo viajante, compra un viejo restaurante para poder vivir. En un momento dado, se encontrará con Khaled, incorporándole a la plantilla del negocio, y además, le proporcionará techo en un almacén, así como un carnet de residencia falso.


El apoyo que le da, Wilstrom, no acaba ahí, pues cuando se sabe que la hermana de Khaled se encuentra en Lituania, facilitará que un amigo suyo le traiga a escondidas en un camión. El final del relato muestra una vez más, cómo la vida en Europa, a pesar de ser mucho mejor que en los lugares de conflicto, tiene un lado perverso y peligroso. Khaled acaba siendo herido por un violento racista y xenófobo. Sin embargo queda la humanidad de los que le han ayudado. El amparo, en algunas ocasiones al margen de la ley, de los que creen que todos somos iguales por ser seres humanos. El estilo sobrio y contenido del director, amenizado por una amplia banda sonora de viejas canciones cantadas en directo, refuerzan este mensaje.

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