VIOLENCIA EN DETROIT


La necesidad de mejores condiciones de vida llevó a la población de color de EEUU a emigrar al norte del país. Allí se enconcontraban importantes industrias necesitadas de trabajadores y el mayor respeto a los derechos civiles. Con el paso del tiempo la población blanca se fue a vivir a los suburbios de la ciudad de Detroit, mientras la población más humilde, generalmente de color, se quedó en barrios convertidos en auténticos guetos. En los años sesenta la vida en ellos se hizo cada vez más difícil por el deterioro de las condiciones económicas y la marginación social. Por aquel tiempo, se dio la paradoja que los policías eran de raza blanca, cuando la mayoría de la población de los lugares que tenían  que patrullar eran de color. Llegaría el momento que cualquier acción desporporcionada de aquellos provocaría la violencia.


Así fue en el verano de 1967 cuando en dos jornadas se produjo una rebelión que destrozó la ciudad. La violencia se extendió contra los negocios y las personas. Para frenarla se utilizó a la misma policía y a la Guardia Nacional. La película, DETROIT, dirigida por Kathryn Bigelow, rinde homenaje a los supervivientes y a los fallecidos por aquellos hechos, especialmente, las víctimas asesinadas y torturadas a quemarropa por un grupo de policías racistas en el motel Algiers. Para ello, llevó a cabo  una labor exhaustiva de documentación del incidente y se entrevistó con testigos del suceso. Este incidente se narra con tal detalle en la película que su verismo produce angustia en el espectador. El poder comprobar hasta que punto puede el uso de la fuerza ser utilizado para otros propósitos para los cuales fue programado.


La investigación de unos disparos en el motel Algiers supuso la muerte por racismo de tres hombres de color y la tortura de un grupo de residentes, entre ellos de dos mujeres blancas y dos componentes del grupo musical The Dramatics. Fue realizada por tres policías que entendieron su labor como pura represión de la rebelión. Dos años después fueron juzgados pero salieron inocentes por falta de pruebas contra ellos, aunque nunca volvieron a ser policías. La película incluye imágenes originales del suceso, lo que refuerza el realismo de la historia. Unos hechos contados con un estilo dinámico, muy original, con la cámara en constante movimiento que hace muy atractivo el visionado. La puesta en escena, de igual manera, recrea fielmente una época y unos sucesos, que no deberían repetirse nunca.

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